lunes, 30 de noviembre de 2009

DESEMPLEO, LA REALIDAD DE LOS PROFESIONALES

Las elecciones se avecinan y los partidos políticos invierten “millonadas” en campañas políticas. El país hoy por hoy, se encuentra seccionado y con sentimientos encontrados, decepciones y esperanza; pero más allá de todo eso, en este ambiente aún se vive hambre y desesperación por un empleo o trabajo. Adela Aponte, es una mujer de 27 años que, con mucha esfuerzo logró terminar la carrera de derecho en la Universidad Gabriel René Moreno hace dos años y hasta hoy no ha podido ejercer. Con un hijo de 3 años de edad, nos cuenta la difícil lucha que afronta criándo a su hijo solo y en búsqueda de un empleo que remunere sus años de estudio y su esfuerzo.

Adela, como muchos otros bolivianos, forma parte del gran sector de la población que aún vive desempleada. Según el CEDLA, el 2008 la taza de desempleo de las mujeres era de un 13,2 %, hablando de profesionales estrictamente. En este sentido, las mujeres son las que más sufren pues forman la cifra más elevada. Los grupos comprendidos entre 15 y 34 años son los más afectados, pues el 65 por ciento de los desempleados tiene menos de 35 años. Dentro de estos últimos, quienes tienen de 15 a 24 años sufren más, pues, al tener menor experiencia laboral, “por lo general tienen inserciones laborales menos estables y más precarias”, dice el estudio.

En 2003, la tasa de desempleo era de 12,3 % y para el año siguiente se redujo a un 11,4%. Luego, el 2005, la tasa subió a un 11,7% y así ha ido jugando con los bolivianos sin hacer una mejora considerable, o más que todo estable. Ya para el año pasado, la tasa de desempleo alcanzó al 12,1 % según el CEDLA y este año permanece.

Las diversas razones argumentadas no llegan a satisfacer a la sociedad que vive un “desempleo ilustrado” (como se le a denominado a los desempleados que han alcanzado el nivel licenciatura o postagrado y también bachilleres) es un fenómeno imperdonable para un país en el cual se plantea la educación como motor del progreso.

Las universidades están colmadas de alumnos que son lanzados a un destino precario en el cual no es valorado su esfuerzo ni el dinero invertido. Según Bernardo Corro, en su artículo “pobreza y Desarrollo en Bolivia”, el 2007, la pobreza extrema habría aumentado al 37,7%, equivalente a 3,7 millones de personas en comparación con 1996, año en el cual era el 36%. La pobreza moderada habría aumentado de 4,98 millones de personas en 1996, a 5,91 millones el 2007. Es decir que, en este perdiodo de tiempo se insertaron a la pobreza, 540 mil personas (INE 2008).

El problema, a parte de la crisis externa que ha afectado obviamente a Bolivia y a toda Latino América, (y hablando nuevamente de los desempleados ilustrados) es que las nuevas fuentes de trabajo de las que tanto hemos escuchado de voz del gobierno en vigencia, no son las que se precisan. Para la creación de infraestructuras por ejemplo, lo que se precisa es mano de obra y no así, personal cualificado como lo es el egresado universitario.

Los profesionales entonces, se ven obligados a realizar cualquier tipo de actividad que genere ingresos y “que les de aunque sea para alimentar a los chicos”, como nos decía Claudia, vecina de Adela en el plan 3000, quien llegó a Santa Cruz con su familia hace ya cuatro años, esposa de un ingeniero que no ha podido ver florecer todo su esfuerzo realizado en la Universidad de Aquino Bolivia, la Paz. Su historia es lamentable, pues han pasado de la clase media, a la media baja y van en decadencia. La falta de “contactos” en esta ciudad no permiten que Marcelo Rojas consiga un trabajo “digno” como él dice.

Si los Bolivianos no escapan al extrangero, llegan a Santa Cruz con la esperanza de ser parte de ese sector empresarial, industrial y agropecuario que se ha visto beneficiado por la ejecución de obras de infraestructura, inversión pública y canalización de recuersos financieros y crediticios.

Pilar Rosales asegura que “el dinero que se mueve en Sana Cruz es por las drogas”. “Ellos son pícaros y maleantes, se meten a las drogas para vivir de ellas, mientras que nosotros nos quedamos con nuestros principios y sin comida” se lamenta Pilar, madre de familia que también se ve afectada por el desempleo de nuestro país.

Los desempleados ilustrados amenazan con ser un sector de la población en crecimiento pues los profesionales siguen siendo formados. Egresan ingentes cantidades de alumnos de las diversas universidades de Bolivia cada año y no tienen un trabajo esperandoles, no han encontrado un lugar donde refugiarse. “Las nuevas propuestas de los políticos frente a este tipo de desempleo deberían hacerse escuchar y las “millonadas” invertidas en propaganda, deberían ser empleadas en el progreso de nuestro país y en quitarnos el hambre”, (Miriam Yupanqui- madre de familia y comunicadora social desempleada).


No hay comentarios:

Publicar un comentario